Las Veredas de Siempre

Hace unos días, Erik y yo nos tomamos un lunes para ir a Chipinque. Era un día de junio que debería ser caliente pero por alguna razón estaba un poco fresco. Alrededor de 20 grados. Un poquito frío para mí. De todos modos subimos por la vereda de siempre, rumbo al Pinal.

Hace tiempo que no iba a Chipinque. Y como nunca había ido a la casa del General, decidimos tomar un pequeño desvío y conocerla. El General fue el General Almazán, aparentemente un militar político que construyó una casa en medio de la montaña. La historia dice que «Tras la muerte del general, el sitio fue quedando en el abandono y después la decadencia se fue apoderando de la construcción, quedando finalmente en ruinas.» Dicen que también le afectó uno de los grandes incendios que ocurrieron a finales de los años noventa en la Sierra Madre.

Unos días después volvimos a Chipinque para llevar a unos amigos que venían de visita a la ciudad. Tomamos la ruta de siempre y subimos hasta las letras en Puerto del Aire. Disfrutamos mucho el día, con buen clima y muy buena plática.

Justamente la semana después de esa subida, Monterrey recibió uno de los más fuertes huracanes que ha tenido en los últimos años. La ciudad recibió su muy necesitada lluvia para llenarnos las presas, pero también sufrió la devastación en muchas zonas, incluyendo Chipinque. No he tenido la oportunidad de volver tras el huracán, pero escuché que hay veredas que desaparecieron por completo.

Me invade la curiosidad por saber si todavía existen nuestras veredas de siempre. Las que repetimos una y otra vez porque son ese refugio, ese lugar para desconectar y reconectar con la naturaleza.

Y también pienso en lo que a pesar del paso del tiempo, de la destrucción, del fuego, se mantiene. Pienso en la casa del General de nuevo. Tantos años, y aunque en ruinas, sigue en pie.

Felices trotes :)

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