Mi Rayo

Revisando algunos de mis posts de hace años me encontré con un borrador que se quedó guardado de McQueen. Esto es lo que decía:

Cuando salimos de paseo y algún niño se nos acerca, siempre me preguntan como se llama mi perro. Se llama McQueen. ¿Cómo el rayo McQueen? Sí. Hoy fue la misma historia. Y después, en medio de un círculo de niños que lo acariciaban mientras MQ brincaba de uno a otro, uno me preguntó… ¿y es igual de rápido? Sí. Sí que lo es. Igual que un corredor que sale cuando escucha el disparo de salida. 

McQueen llegó a mi vida cuando tenía 24 años. Estaba recién graduada de la escuela, en mi primer trabajo viviendo con mi hermano y decidimos que queríamos un Beagle. Siempre fue un cachorro muy guapo, tricolor que con el tiempo se fue aclarando.

Cuando era cachorrito, le gustaba tirar de la correa cuando paseábamos. Su ladrido era más bien un aullido. Le gustaba mucho meterse en los matorrales en el parque.

Cuando me casé, se convirtió en nuestro «primer hijo». Era el consentido de la casa. Caminábamos todos los días juntos los tres.

Llegó nuestro primer hijo y Mackey se convirtió en un gran amigo. Siempre curioso y con ganas de jugar.

Después vinieron tiempos difíciles con la pandemia. Tuvimos que cambiarnos de casa con un espacio más pequeño para él. Como todos, la pasó un poco difícil en esa casa. Los años se empezaron a notar más. Llegó nuestro segundo hijo y de nuevo, se convirtieron en muy buenos amigos.

Cuando dejamos esa casa y llegamos a nuestra nueva casa, volvió a tener un jardín y volvimos a pasear mucho juntos. Ahora mis hijos llevando la correa.

Para entonces, ya necesitaba alimento especial y también tomaba algunas pastillas porque estaba enfermo. Su veterinaria nos había dicho que con eso el podía seguir teniendo muy buena vida.

Con el tiempo nuestras caminatas se volvieron mucho más lentas. Ahora era yo quien lo tiraba de la correa. Tenía 12 años.

Un día, después de mucho tiempo de estar alargando con medicamentos, alimento y muchas visitas al veterinario, recibimos la llamada que nadie que tiene una mascota quiere escuchar. Estaba sufriendo. Había llegado la hora. Nos despedimos de Mackey en Noviembre del año pasado después de 12 años de ser nuestro gran compañero.

Me ha tomado mucho tiempo dejar de extrañarlo. Todavía escribiendo estas líneas me llena mi corazón de tristeza.

Unos días después, una compañera de trabajo me hizo el regalo más hermoso. La correa invisible es un libro basado en otro famoso libro El hilo invisible.

La historia habla de un hilo (o correa, en el caso de las mascotas) que nos une por siempre a quienes amamos. El libro era para mis hijos, pero terminó siendo la mejor manera de hacerme sentir mejor.

Y bueno, es difícil dejar de extrañarlo cuando mis hijos me siguen preguntando por él. A veces lo traen a nuestras conversaciones de las maneras más inesperadas. Y así me acuerdo, como en el libro, de que tal vez es Mackey tirando de la correa, así como cuando era una cachorrito.

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