Mientras hablaba con mi hijo mayor sobre el clima, le expliqué el dicho «febrero loco y marzo otro poco«. Le contaba que este mes es impredecible: algunos días amanece con un frío intenso y, de repente, al mediodía el sol quema como si ya fuera verano. Es un tiempo en el que la primavera intenta abrirse paso pero el invierno aún deja su rastro en el aire frío o en lluvias repentinas.
Febrero se siente como un mes desesperado. Impaciente por dejar atrás el invierno, y se resiste a él con calores desatados, como si intentara escapar. Pero el invierno lo alcanza de regreso con heladas, tormentas o lluvias en días soleados.
De un día para otro, aparecen en las tiendas cosas de verano, la playa y a veces hasta pascua (por quererse adelantar).

Al igual que febrero, mis entrenamientos han sido impredecibles. Hay días en los que me siento con toda la energía para salir a correr, como si ya estuviera entrando la primavera. Y otros en los que el cachorro o la gripa me obligan a hacer pausas inesperadas.
Hay cambios que suceden y nos obligan a adaptar nuestras rutinas y nos cuesta trabajo cambiar. Hay veces que ni siquiera nos damos cuenta que las cosas cambiaron y nosotros nos quedamos igual.
Las estaciones del año son perfectas para hacernos empezar de nuevo. Son como una señal de la naturaleza que nos dice qué hacer.
Febrero es caótico, sí, pero también es transición.
Pronto los días fríos quedarán atrás. Las flores aparecerán, el cielo se volverá soleado y, sin darnos cuenta, estaremos corriendo bajo el sol.
Felices trotes :)


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