Hace unas semanas corrí la Carrera Bonafont en el Parque Fundidora con uno de mis mejores tiempos en una de las carreras más concurridas de Monterrey. Bonafont es una carrera para mujeres de cualquier edad y no cuesta nada inscribirse. Simplemente por registrarte te llevas una playera Dry Fit, una medalla y una bolsa llena de goodies para la vida saludable. Este año hasta regalaban cajas enteras de granolas al cruzar la meta.
El único inconveniente es que obviamente las inscripciones se agotan en muy poco tiempo y es muy muy importante llegar temprano porque la línea de salida afecta en gran medida el tiempo de la carrera. Hace un año cuando la corrí por primera vez, terminé ubicándome muy detrás lo cual me afectó al menos un kilómetro para lograr correr a velocidad normal.
Este año planee todo perfectamente para llegar temprano. Estaba registrada como corredora, lo cual significaba que me podía ubicar en la primera zona de salida.
Todo estaba perfecto hasta que pasó lo que pasó. Eran las 7 de la mañana y yo no estaba calentando. Ni siquiera estaba calentando el motor del carro. Mi teléfono empieza a vibrar y me levanto en un salto. Todavía tienes tiempo, pensé. Salí de casa no más de 10 minutos después sin haberme puesto siquiera mis pupilentes. Estacioné el carro cuanto antes pude y ubiqué a una de mis amigas que tenía mi playera sin la cual no podía competir. No iba a perder tiempo en cambiarme así que me la puse sobre la que ya traía. Tuve unos minutos para estirar las piernas y el disparo sonó justo al terminar el himno nacional.
Tenía en mente terminar en un tiempo de 26 minutos. El clima estaba perfecto, sin sol y algo húmedo pero no lo suficiente para sentir esa sensación de ahogarte como bien pasa en Monterrey. Apreté en la primera parte del recorrido. Pasamos a Santa Lucía y subimos un puente para cruzar de un lado al otro del río. Dimos la vuelta a fundidora y para el último kilómetro me sentía exhausta. Había apresurado tanto el paso que me empezaba a quedar sin aire. Una de mis cintas se desató y por poco y no me levanto después de agacharme.

La meta estaba cerca. Aguanta un poco más. La línea de meta estaba repleta, la pista, despejada. En eso veo en el reloj el minuto 27. Corrí a mi máximo. Cruzé la línea poco después y sentí casi desmayarme. ¡Lo logré!
Ahora la próxima meta del 10k que me espera este domingo, no será romper tiempos en la pista, sino con en el despertador.
Felices trotes :)
En mi iPod: Of Monsters & Men – Little Talks