Voy a relatar una historia que lejos de ser urbana o en la pista, está situada en los adentros de la naturaleza.
Hace un tiempo que había querido ir en excursión hacia Matacanes. Siempre habia escuchado que era algo peligroso, pero me lo habían recomendado como una muy buena experiencia. Para cuando pagué, no tenía idea de lo que realmente implicaba.
Normalmente levantarme a las 4 de la mañana me pone en un estado de ánimo muy inconsciente. Lo que sigue de eso es un viaje en camioneta a hora y media hasta donde comienza el recorrido. Hay que vestirse con trajes de neopreno, salvavidas y casco. El frío de la madrugada me despertó de inmediato. De ahí partimos en caminata por en medio del cerro. La vista es hermosa. Sobre las ramas y troncos cuelga el paixtle. Pero no mucho después arribamos al primer gran salto de 30 metros. Una cascada que se desciende en rappel. Quiero aclarar que nunca había rappeleado y además tengo miedo a las alturas. Bajé poco a poco hasta caer en el agua helada. Primer reto cumplido. De ahí en adelante fue roca, tras salto, tras roca, cascada, tras salto.
Es curioso pero creo que nunca había sentido tanto miedo en mi vida en algunos de esos saltos. Un sentimiento diferente, no un miedo cualquiera. La adrenalina, tal vez. 10 horas y muchos raspones después, terminamos el recorrido. ¿Qué si alguna vez me había cansado tanto en una carrera? Nunca. ¿Valió la pena? Creo que si. Aunque debo reafirmarlo, y como siempre lo he dicho, lo mio lo mio, lo que puedo llamar mio, es correr.
Felices trotes :)
En mi iPod: Electric guest – This head i hold