Anoche tuve un sueño bastante complicado. Recuerdo algunas cosas, pero una en particular que se me quedó grabada. Estaba yo en medio del mar, otras personas también y de repente veo que detrás de mi empieza a formarse una ola. No una ola pequeña sino una ola gigantesca. Pude voltear como en cámara lenta cuando empezaba a crecer y tan pronto volteo hacia la orilla empiezo a nadar, pero para cuando quise, lo mejor que pude hacer fue tomar aire y sumergirme.
No hay mucha explicación psicológica que hacer más que lo obvio: han sido días pesados en la últimas semanas. Mentiría si dijera que he estado preocupada por salir a correr, recuperar la condición o al menos llegar con dignidad a una carrera este año. La última carrera a la que me inscribí fue Bonafont y no pude correr por una intoxicación estomacal que me dejó fuera de la pista y de todo lo demás por algunos días. Ahora viene en muy pocos días el 5k Nocturno en fundidora y creo que estar lista es lo último que describe mi preparación.
Fuera de todo este momento, los pocos días que he salido a correr he tratado de evadir el entrenamiento y buscar despejar la mente poco a poco. Hoy estuve en calzada y gocé mi pequeño trote que no se compara a los de antes pero me mantiene a flote.
Bueno, tengo que decir que eso es lo mejor de todo. Las olas a veces son bastante aterradoras y más si te agarran por la espalda. Algunas hasta te pueden ahogar. No se puede nadar cuando te cacha la ola. Pero si sumergirse, aguantar el aire con todas tus fuerzas, y cuando pase, salir a flote. Salir y volver a respirar. Y ahora sí a nadar.
Felices trotes :)
En mi iPod: Flaws – Bastille
Creo que así es cuando dejas de correr…te sumerges en algo mas, dejas de respirar pues…, pero al ultimo con un pequeño esfuerzo sales a flote, tal cual lo estoy haciendo ahora…bonita comparación.