Este fin de semana, hubo un supuesto temblor en Monterrey. Y digo supuesto, porque no estuve en la ciudad para testificarlo. No cabe duda que es parte de las locuras de febrero y marzo que ahora se han extendido más allá del clima. Justo el domingo, venía disfrutando de la hermosa carretera de Saltillo, y observaba un montón de flores silvestres amarillas, pensando que la primavera ya está por llegar. Ayer fue uno de esos días casi veraniegos que mienten antes de la llegada de un frente frío. Y así fue, hoy salí a correr un gélido trote a 7 grados y una ligera llovizna.
Fue un trote rápido, por el clima, y también porque no he estado entrenando mucho que digamos. Sentí un pequeño dolor en la rodilla como si fuera un regaño de mi cuerpo. Regresé a casa a pasear un rato con McQueen que poco le importaba la lluvia o que me estuviera congelando la cara.
Se acerca la primer carrera del año (para mí) que será mi quinta carrera Duendes del Valle. Duendes es una carrera que simplemente me pone feliz. No hay preocupación, no pienso en tiempos, sólo pienso en ella como una bienvenida a las carreras, una celebración de las familias regiomontanas y la perfecta excusa para divertirme corriendo.
Les comparto una foto que tomé este domingo en la carretera, con vista a la Huasteca, como un vistazo del cálido clima que ya anhelamos de la primavera y que pronto será parte de las aventuras de la pista urbana.
Felices trotes :)