Hace 7 años mientras estudiaba en Austin, mi roomie y yo nos topamos con algo sobre una carrera. Era un 5K, el LIVESTRONG Challenge y faltaban solo algunas semanas. Corrimos juntas entonces y fue la primera de muchas. Me enamoré de las carreras y más de Austin. Poco después, me tocó ser voluntaria en un puesto de agua del maratón en aquel año. Era un día soleado pero muy frío. Escuchaba que era una carrera muy pesada por las subidas. Recuerdo haber visto pasar muchas personas de Monterrey.
Ahora me tocó vivir la experiencia del medio como corredora.
Cuando llegamos a la línea de salida, estaba oscuro y un poco frío. Después de calentar un rato nos enfilamos y con el disparo empezó a salir el sol, poco a poco.
Arrancamos en Congress hacia el sur. Cruzamos el famoso puente sobre el lago cruzamos SOCO y ahí empezó una subida eterna que nunca terminó. Tenía pensado hacer 2 horas. Así que mi plan era correr los primeros 10K a un paso muy tranquilo. Pero con tanta subida me costó un poco agarrar forma. Crucé los primeros 10 en mi tiempo estimado y pensaba, no te confíes, o pagarás por ello después.
Seguimos subiendo y bajando y con algunas bajadas sentía que mi rodilla empezaba a molestar. La verdad es que no entrené muchas subidas porque no quise lastimarme antes. Pero nunca me imaginé tantas y tan drásticas pendientes. Algunos corredores se frenaban y caminaban. Yo trataba de mover mis brazos fuertemente, casi remando en el aire para impulsarme.

Cruzamos de nuevo sobre el lago ahora en 1st St. y estaba repleto de gente animando a los corredores. Algunos con sus pancartas, otros sonando campanas y aplaudiendo. Sentí una emoción muy fuerte cargarme de pila.
Pasando los 15K, me sentía feliz. Sí, con dolor. Pero feliz y a buen paso. Cuando llegué a los 18K sabía que tenía que apretar mi paso más veloz. Era el momento de meter turbo. Faltaban algunos minutos para las 2 horas y veía aproximarse la subida más grande de todas. Era impresionante. Pasando eso estaba casi del otro lado. Mi respiración iba a tope.
Ya no podía voltear a ver el reloj, solo correr. La mente fija en volar hasta la meta. Volteamos en Congress frente al Capitolio y corrí los últimos 100 metros hasta la meta. 2:00:36. Nuevo récord.
Estuve leyendo algunos de mis libros favoritos de corredores antes de irme. Los chistes de The oatmeal, la técnica de Chi Running y el memoir de Murakami. Les dejo para cerrar, un pedacito del texto que al final del día es con lo único que me quedo.
“My time, the rank I attain, my outward appearance—all of these are secondary. For a runner like me, what’s really important is reaching the goal I set myself, under my own power. I give it everything I have, endure what needs enduring, and am able, in my own way, to be satisfied. From out of the failures and joys I always try to come away having grasped a concrete lesson. (It’s got to be concrete, no matter how small it is.) And I hope that, over time, as one race follows another, in the end I’ll reach a place I’m content with. Or maybe just catch a glimpse of it. (Yes, that’s a more appropriate way of putting it.)
What I Talk About When I Talk About Running de Haruki Murakami
Felices trotes :)
En mi iPod: I’m like a bird – Nelly Furtado
Si se ve muy grosera la ruta, pero son las que uno más disfruta
Saludos desde Guadalajara.
La verdad sí… me quedé asustada y con mucho respeto para los que lo corrieron completo!